Glorificar a Dios y bajo la influencia de su espíritu santo, guiar a cada creyente a una relación personal y transformadora con Cristo, que lo capacite para predicar el evangelio a toda persona
¿No hay suficiente infortunio en esta tierra azotada y maldecida por el pecado, que nos induzca a consagrarnos a la obra de proclamar el mensaje que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna?” El Hijo de Dios pisó esta tierra. Vino a traer luz y vida a los hombres, a liberarlos de la esclavitud del pecado. Y vendrá otra vez con poder y gran gloria, para recibir a los que durante esta vida hayan seguido en sus huellas. M.M. Pág. 25
Debemos unirnos ahora, y por medio de la verdadera obra médica misionera preparar el camino para la venida de nuestro Rey. Incrementemos el conocimiento de la verdad y rindamos toda excelencia y gloria debida a aquel que es uno con el Padre. Busquemos más fervientemente la unción celestial, el Espíritu Santo.—Manuscrito 83, 1903. M.M. Pág 27